miércoles, 1 de diciembre de 2010

ACERCA DEL LIBRO DE JUAN JOSE AYUSO, “HISTORIA PENDIENTE: MOCA 2 DE MAYO DE 1861”. I Y II

Por: Ángel Domínguez

El pasado lunes 26 de octubre se puso a circular en esta ciudad un libro de la autoría del periodista Juan José Ayuso titulado “Historia pendiente: Moca 2 de Mayo de 1861”. El autor expresa que la motivación de su libro estuvo decidida por una conferencia que pronunciara el Dr. Emilio Cordero Michel en la Academia Dominicana de la Historia en mayo del 2004, titulada La Rebelión de Moca de 1861.

Sin embargo, una lectura del texto produce la inmediata impresión de que lo del 2 de mayo no es más que un pretexto para deslizar otras ideas y al mismo tiempo “colorear” racialmente (como lo hizo Cordero Michel) la patriótica acción encabezada por el coronel José Contreras.

El libro se inicia con un capítulo destinado a la Restauración y de entrada plantea algunas ideas que prefiguran el propósito del autor. Afirma que “La participación de la raza blanca española en la formación étnica del país tuvo escasa importancia cuantitativa” (pag. 15), y pocas líneas más adelante agrega que “La participación aborigen fue mínima, dado que ya para 1500 su población había sido casi exterminada” (pag.16).

La lógica de razonamiento planteada es muy simple y elemental, pero desafortunada y falsa.

Reduciendo a su mínima expresión el peso de la raza blanca española en la formación étnica local y eliminada la población indígena en el año de 1500, (siempre según Ayuso) solo queda una raza: la negra. En conclusión todos los dominicanos somos negros y de origen africano, pues esa es la única raza y color que queda de las tres originarias en la isla.

Pero, para que no quede duda de lo anterior, él mismo se encarga de reiterarlo en diversas partes de su libro y muy especialmente en la página 125 proclama: “la población del Este de la isla” (o sea la República Dominicana. Nota de A.D.) es una nación “negra y de origen africano”.

Sobre esa errada plataforma inicial de razonamiento, sobre esas líneas maestras, se edifica otras ideas y conclusiones igualmente falsas y prejuiciadas como más adelante veremos.

Así las cosas, cualquier idea, proyecto, acción o gesto que no se corresponda o no sea hijo de la negritud o lo africano, es satanizado como racista, hispanófilo, catolicista y anti-haitiano. Subyace la idea en los ideólogos de la negritud, (con la cual el autor del libro se identifica), de que ser negro de por sí es bueno y reconocerse no negro de por sí es malo. Así, las virtudes y bondades del ser humano se reducen a un problema racial.

Ayuso, al igual que muchos dominicanos pro-haitianos que operan en nuestro país, fascinados por la leyenda negra, es muy diestro en acusar a otros de ser racistas, olvidando que el racismo existe no solo como expresión de rechazo, desprecio e infravaloración del blanco o mulato hacia el negro. Existe en muchas otras formas, una de ellas es el deprecio, rechazo o infravaloración del negro hacia el blanco.

De esas acusaciones de racismo, hispanófilos o de anti-haitiano que formula no se salva ni César Nicolás Penson ni el general Tito Salcedo. El autor del libro objeto de este comentario ve lo que él llama “recalcitrante hispanidad” del general Tito Salcedo y la explica “partiendo del hecho de que fue ahijado de un español” (Sic). Convendría saber cómo explicaría él la también “recalcitrante hispanidad” del general Máximo Gómez y la de muchos otros dominicanos que originalmente sirvieron al ejercito colonial español. ¿También fueron ahijados de españoles?

Ayuso afirma que ya en el año de 1500 (a tan solo 8 años de la llegada de los colonizadores españoles) la población indígena estaba prácticamente exterminada. Esa afirmación está muy distante de la realidad y él lo sabe, pero hay que hacerla pues sirve de soporte a la mentira mayor que se pretende edificar como tesis.
A pesar del intenso proceso de explotación y exterminio de los indígenas por parte de los españoles, cosa que nadie niega, estos no desaparecieron tan tempranamente como Ayuso afirma. Deberíamos no olvidar que todavía 38 años después Enriquillo encabezaba una sublevación que había iniciado en 1518. Si estaban sublevados es porque existían. Tampoco debemos olvidar, que solo una minoría de indígenas en un reducido punto de la isla se encontraba sublevado. La mayoría de indígenas diseminados en toda la isla no lo estaba. Todavía en el 1570 se evaluaba (una evaluación española interesada en disminuirla) en 500 los indígenas puros existentes en la isla. Es decir a casi 4 generaciones del año 1500. La mezcla racial sobre todo de los colonizadores con las mujeres indígenas fue bastante alta y de esa mezcla surgió un mestizaje de españoles e indios que fue dejando una importante carga genética de parte de los indígenas en la composición racial de las próximas generaciones. Esa mezcla fue originariamente casi en su totalidad entre españoles e indígenas, no entre negros e indígenas por la sencilla razón de que las mujeres indígenas serian tomadas por aceptación o imposición por los colonizadores españoles dominantes no por el negro esclavizado.

Ante la ausencia de mujeres para la sola satisfacción del deseo sexual, como pareja o compañera solo estaban disponibles las mujeres indígenas. De ese apareamiento voluntario o forzoso entre españoles varones y mujeres indígenas alguna mezcla surgió que nadie podía borrar. Agreguemos a eso que la posterior importación de esclavos africanos fue durante mucho tiempo y casi en su totalidad de varones pues estos eran los más aptos para el trabajo esclavo. Traer mujeres negras era visto durante mucho tiempo como una pérdida innecesaria. De modo pues que la mezcla racial mayormente se producía entre españoles y mujeres indígenas y solo con el surgir de otras generaciones (ya de mestizos) se fue mezclando con los negros africanos.

Originalmente fueron las propias fuentes españolas quienes empezaron a hablar de la extinción de los indígenas con el propósito evidente de que la corona española continuara con la autorización de importación de negros africanos. En nuestros textos de historia se repite constantemente la misma afirmación de la extinción de los indígenas y a fuerza de tanta repetición y ante la ausencia de cuestionamientos se ha aceptado como verdad.

Sin embargo, autores como Antonio de Moya considera que el exterminio taino “es la gran mentira de nuestra historia” y que los “tainos dominicanos siguen viviendo 500 años después del contacto europeo”. Recientes estudios de Bernardo Vega (“La Herencia Indígena en la Cultura Dominicana de Hoy”), de Manuel García Arévalo (“Indigenismo, Arqueología e Identidad Nacional”) y otros estudios de autores nacionales y extranjeros colocan patas arriba la leyenda del exterminio indígena y sugieren con demasiada fuerza que la presencia indígena en la dominicanidad (muy superior a la herencia africana) no se limita solo a la herencia cultural, artesanal, a la agricultura , a la arquitectura, al arte, la poesía, literatura, al folclor, a la espiritualidad popular, a la medicina natural, a la cultura de la comida a la herencia lingüística y a otros renglones.. Es más que eso, es racial, genética y multi-biológica. Que los indígenas no desparecieron sino que se mezclaron con los españoles y el mestizaje a que ello dio origen, a su vez se mezcló con los negros africanos. Esta mezcla de estas tres razas es lo que constituye racial y culturalmente lo que constituimos la nación dominicana. De estas tres, talvez, la que menos aporte cultural ha hecho a esa mezcla ha sido la africana aunque esto sea recibido con desagrado a los oídos de los difusores de la leyenda negra.

Afirmar, que “la participación de la raza blanca española en la formación étnica del país tuvo escasa importancia cuantitativa”, es un reflejo de la obsesión, y ceguera.

¿De dónde salen los mulatos y los mestizos que el admite que existen en la composición racial del dominicano si no hubiese un componente racial blanco?

Pero de eso y de otras cosas hablaremos en la próxima entrega.


ACERCA DEL LIBRO DE JUAN JOSE AYUSO,
“HISTORIA PENDIENTE: MOCA 2 DE MAYO DE 1861”.
II
Por Ángel Domínguez.


Sorprende ver como el autor del libro objeto de este comentario maneja datos estadísticos de la época en que se produce la rebelión del 2 de mayo de 1861.

En la página 123 por ejemplo, hablando acerca de la composición racial de la población dominicana, este afirma: “Había poblados y provincias donde el grupo de blancos era mayor que en otros, pero siempre minoría con relación a mestizos y negros. En comunidades del Cibao y el Este, la minoría blanca era mayor que en el Sur –con excepción de Baní-, la Línea Noroeste y la línea fronteriza pero la población en sentido general, podía llegar a un 85 o 90 por ciento de mestizos y negros y un 10 o 15 de blancos”.(subrayados nuestro)

¿Cuál es la fuente de esos datos estadísticos que Ayuso ofrece? Ninguna. ¿En qué se apoya? En la especulación. El objeto como ya afirmamos en la parte anterior es estructurar un edificio de mentiras que le sirva de soporte a otras afirmaciones igualmente falsas.

La estadística moderna y confiable solo empieza aparecer en nuestro país a partir del año de 1920. En el último cuarto del siglo XIX “el levantamiento de los censos, empadronamientos, las estadísticas del estado civil y de la escolaridad registradas por los municipios y la iglesia católica… fueron infructuosos” (Véase “Censos Municipales del siglo XIX y Otras Estadísticas de Población” de Alejandro Paulino Ramos, publicación del AGN)

Debe agregarse a esto, además, que en esos intentos de censos, tampoco hubo una medición o cuantificación de los habitantes en razón del color de la piel. El dato que los “censos” de la época no recogieron, Ayuso lo posee.

Para estos fines resulta de mucha utilidad dos informaciones reproducidas por el Dr. Julio Jaime Julia en su afamada “Notas Para la Historia de Moca” (escasísimamente leída por los mocanos).

La primera es la reproducción de un capítulo de la obra del viajero norteamericano Samuel Hazard miembro de la comisión de observación de los Estados Unidos que vino al país en el 1871 a evaluar el estado de nuestra nación tras la solicitud de protectorado hecha por el presidente Báez. En el capítulo destinado a Moca y bajo el epígrafe de “Bellas Mujeres” de su libro “Santo Domingo, Pasado y Presente”, Hazard ofrece su impresión sobre Moca, su productividad, floreciente vida, la amabilidad de sus habitantes, sobre su orden y limpieza de sus calles etc. etc. y sobre el color de los habitantes de Moca. Dice “La población de Moca parece estar compuesta en su mayor proporción de gente de pura raza blanca”.

La segunda, es la inclusión de un informe del cónsul inglés en Santo Domingo, Sir Robert Schomburgk, dirigido al canciller británico, Bizconde Palmerston con fecha de agosto 25 de 1851 (es decir, 20 años antes que la presencia de Hazard) en la que el cónsul Schomburgk le comunica a Palmerston entre otras cosas lo siguiente: “La población de la comarca (de Moca) es casi totalmente blanca y en ella hay pocos mulatos y escasos negros”.( Notas Para la Historia de Moca, de J.J.J. Pag. 397)

Una y otra información plenamente coinciden en la apreciación del color de los habitantes de la comarca. Se producen con una distancia de por medio de 20 años. Se originan por motivos diferentes y nada de dudas debe existir en su carácter voluntario e imparcial. En ninguna debe suponerse interés en distorsionar la realidad.

Esas fueron las impresiones en el momento en que visitaron la comarca. Talvez exageraron en algo. Pero, ¿Los dos?

No significa tampoco que la composición racial de ese momento haya permanecido inalterable. Es claro que no, pues a simple vista se observa que es mucha la mezcla racial no solo en Moca sino en todo el país.

Pero ante la ausencia de datos específicos sobre la composición racial de aquel momento, estas informaciones son muy útiles y provechosas (en este caso para Moca) pues aunque no tienen la fuerza del dato estadístico y la cuantificación científica, estas suplen la ausencia de información. Aparte de que coinciden con otras valoraciones orales y escritas.

Todo esto muestra las distancias existentes entre el imaginario contexto que Ayuso crea y la realidad. De esa imaginación es que sale la afirmación de que “el acontecimiento del 2 de Mayo obedeció de manera primordial a una motivación racial y no patriótica, por el temor de que España reimplantara la esclavitud”, como afirmara Emilio Cordero Michel y repitiera Ayuso el 22 de octubre del 2008.

Ya he afirmado en anterior ocasión a esta, que no fue una causa de carácter racial la que impulsó a los héroes del 2 de mayo encabezados por el coronel José Contreras a la rebelión contra la anexión, pues nadie puede demostrar que estos fuesen de color negro. Afirmar, además, que la motivación fue “por el temor a que España reimplantara la esclavitud” es mas desafortunada aún. Si hubiese sido así José Contreras no hubiese sido coronel del ejército en armas por la independencia y contra los haitianos pues no hubiese luchado contra ellos como lo hizo en todo el proceso de la guerra de independencia nacional.

Pintar de color este extraordinario grito de rebeldía es desnaturalizarlo y envilecerlo. Es una mezquindad. Reducirlo al ámbito racial es, además, falsearlo solo movido por la fascinación de la leyenda negra. Con mayoría de blancos en la población mocana o sin ella, con negros o con mestizos como mayoría, ese hecho tuvo un profundo sentido patriótico y libertario.

La rebelión del 2 de Mayo de 1861 producida en esta ciudad, fue el más vigoroso antecedente de la restauración de la república. Sirvió de chispa para incendiar la pradera, se convirtió en un potente clarinetazo que sacudió la conciencia colectiva dirigiéndola posteriormente al grito de capotillo. La identidad particular de Moca y su trayectoria histórica al lado de las mejores causas nacionales tiene en el 2 de Mayo uno de sus mejores y más sólidos eslabones de su rica tradición política progresista y de su espléndida herencia histórica.

Debo, en este caso, expresar mi sorpresa frente a la aparente complicidad, colaboración e indiferencia de algunas personas de esta ciudad llamadas a ser parte de la conciencia critica de la misma y a quien le suponía mayor interés en el resguardo y defensa de aspectos históricos y reales sobre los que se ha edificado el perfil del alma mocana.

Volveremos sobre otras afirmaciones de Ayuso.

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