lunes, 4 de abril de 2011

La ciudad del olvido


¡Yo vivía en una ciudad!
¡Que era bella!
Bella, en toda su expresión,
Llenas de mujeres,
De tierras buenas.

Mujeres,
Que se bañaban con el sol
Y se cobijaban bajo la sombra
De un los árbol.
Donde todo era muy hermoso,
Donde árboles frondosos
Crecían a montón.

¡Una ciudad!,
De enormes platanales
Que con sus anchas hojas,
Soplaban vientos:
Frescos, limpios, puros.
Vientos, que perfumaban
Las tardes con un olor a campo.

Enormes yucales,
Que servían de escenarios
a los ruiseñores, ¡que jugaban!,
¡que cantaban!, ¡que nos envolvian
con la magia de sus cantos..!,
y que anunciaban felicidad
Por la llegada
De una buena cosecha.

¡Yo vivía en una ciudad!
Que era simple y bien sencilla,
Con gentes muy queridas,
Humildes, por demás.
Donde la bondad no tenia limites
Y los nobles corazones
Se paseaban por las calles
Con respeto y devoción.

Donde árboles hermosos
Y conucos bien verdosos;
Se veía por doquier.
Donde palomas, -que no eran mensajeras-;
Pasaban al amanecer
Quizás para irse a comer
A uno de los tantos maizales
De los que había a granel.

Las batatas, que muchas cosechaban;
Se la echaban a los puercos,
Y hoy las pocas que se dan
Nos sirven de alimentos.

En medio de las mallas
Siempre se solía ver
A la peonía crecer,
A la gallina poner
Y al hurón, detrás de un nio,
Buscando que comer.

Todo eso, fue ayer.
¡Todo, quedo atrás!
Los políticos, otorgando
Permisos de maldad,
Para sembrar de concreto,
Las tierras que nos daban alimentos,
¡han borrados todo eso!
Las gentes sin memorias
O por prebendas se han olvidado
De volver, a sembrar para el futuro
Y no miran para atrás,
Y hasta el voto dan
A esos malos funcionarios,
Que no han tenido deparo
Para cometer tanta crueldad.

Hoy vivo;
¡En la ciudad del olvido!,
Donde no crece el pino
Y las frutas, no se dan
Porque ya no quedan más:
CONUCOS, NI TIERRAS
PARA EL SEMBRIO

No hay comentarios: