viernes, 11 de marzo de 2011

EL PENSAMIENTO A CABALLO.

A la espera y de pie, junto a la puerta de entrada del salón, con la mirada fija en el jinete al lomo de caballo que se acerca y dirigiéndose a los que les acompañan, Manuel de Jesús Galván exclamaba emocionado: “He ahí lo que le ha faltado a América: El pensamiento a caballo.”El jinete a la grupa, el pensamiento sobre el caballo no era sino José Martí.Por Ángel Domínguez.

Ese jinete, pensador profundo y múltiple, que por oficio tenía entre muchos otros, el de cultivador de rosas blancas, así en junio, así en enero, para sus amigos y para los que no, ya había hecho entrega de sus rosas blancas y continuaría haciéndolo a amigos dominicanos como Galván y como Federico Henríquez y Carvajal.

Ese amigo sincero, nacido en algún lugar de donde crece la palma y de quien la mejicana Rosario de Acuña había dicho que “parecía tener aprisionado en sus ojos el ardiente sol de su tierra” llevaba también prendidas en su cabeza las ideas y esperanzas de las antillas y las américas.

Este jinete genio y cuerdo, evoca a aquel otro manchego jinete, genio y loco, cuyas lecturas de novelas de caballería le habían hecho perder la razón y hacerse del oficio de caballero enderezador de entuertos.

El loco genio manchego por inspiración a sus andanzas tuvo a la muy bella y sin par Dulcinea de Toboso.

El cuerdo genio antillano estuvo inspirado en la libertad e independencia de su Cuba.

El loco genio manchego perdió la cordura en la adultez y abrazó con locura la aventura como adolescente impetuoso.

El genio cuerdo antillano de muy temprano en la adolescencia, alcanzó la cordura enfrentándose al rigor y sacrificios de adultos. Fue en ocasión de ese viaje en que escribe desde Santiago de los Caballeros a otro genio del arte de la guerra, al generalísimo Máximo Gómez en Monte Cristi y al tiempo que le comunica su solicitud para que encabece la jefatura del ejército libertador cubano le expresa que no tenía otra remuneración que ofrecerle que “el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres”.

Como jinete, a lomo de caballo volvería un año más tarde a Santo Domingo y otros dos después a Montecristi para entenderse con Máximo Gómez y firmar allí el Manifiesto (1895) con el cual emprenderían definitivamente la guerra por la independencia de Cuba.

A poco de firmar el Manifiesto, estando en el hogar de Máximo Gómez en Monte Cristi, escribe una carta a su amigo Federico Henríquez y Carvajal, y entre otras cosas le expresa: “Escribo conmovido, en el silencio de un hogar que por el bien de mi patria va a quedar, hoy mismo acaso, abandonado. Lo menos que en agradecimiento de esa virtud (se refiere a M. Gómez) puedo yo hacer…es encarar la muerte…”. Llama hermano a Federico, le expresa su gratitud por cuanto había hecho por la causa cubana y para no atormentar el espíritu y su preocupación (la de Federico) por su suerte (la de Martí) en el campo de batalla cubano al que marchaba en compañía de Gómez, le expresa: “Yo evoqué la guerra, mi responsabilidad comienza con ella antes que terminar”, y ahí mismo le dice: “donde esté mi deber mayor…ahí estaré yo.” Esto y muchas otras bellísimas cosas que en esa carta dijo Martí, le dieron la cualidad de “carta-testamento” y le retratan como un hombre presto siempre a cumplir sus compromisos y de una limpieza de espíritu y pureza humana sin igual.

Martí perteneció a esa rara especie de seres humanos excepcionales, dotado de un rico pensamiento, claras ideas y una voluntad sin igual cuyo amor al prójimo y fe en los seres humanos no tiene paralelos. Nunca existió una fisura, una brecha entre su decir y su hacer. Nunca escribió o hizo algo que desdijera de su integridad y decoro.

Lo cierto es, que en todo cuanto escribió e hizo Martí, están presentes esas huellas de dignidad e integridad insuperables. En otra carta hecha en esos días (también desde Monte Cristi) dirigida a su madre doña Leonor, con la ternura, amor y respeto que siempre le prodigó, Martí la termina diciéndole: “Ahora bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza”.

Así había ocurrido y así continuó ocurriendo hasta el final de su vida.

¿A qué se refería Galván con la expresión de que lo que le hacía falta a América era el pensamiento a caballo?

Se refería a la necesidad de que hombres ilustrados y de ideas claras estuviesen a la cabeza de los procesos políticos y sociales que se gestaban en América. Se refería a la necesidad de que los hombres portadores de esas ideas renovadoras y transformadoras en América le dieran un sentido práctico a esas ideas. Llevarlas a la práctica, a la acción. La montura, el caballo era símbolo de acción, de batallar y de darle sentido práctico a las ideas.

Galván veía en Martí la conjunción de ambas cosas: Hombre de saber e ilustración y con sentido práctico, comprometido con la acción y el sacrificio que ello imponía.

No olvidemos que Martí estuvo involucrado en todo el proceso de lucha por la independencia cubana. Trabajo intensamente en la fundación del Partido Revolucionario Cubano, en contacto y coordinación con las figuras centrales de esa independencia, recolectó recursos en gran parte de América y armó la estructura sobre la que descansó todo el proceso. La independencia de Cuba fue su obra central y permanente.

Estando ya en Cuba, en medio de un sorpresivo cerco de las tropas españolas al campamento de los independentistas en Dos Ríos, la noche del 19 de mayo de 1895 ocurrió la tragedia. A lomo de caballo y en el fragor del combate es derribado Martí.

Murió en cumplimiento de su deber, siendo bueno y de cara al sol como el había escrito en uno de sus poemas.

Al conocerse de su caída, en toda América se le lloró. Toda América sintió su irreparable pérdida como si hubiese sido un hijo propio. Y sin dudas que lo fue.

Este pensador y ser humano excepcional tuvo por sueño y obra la liberación de Cuba y de toda la América. El proyecto de Martí produjo sus frutos y poco después Cuba alcanzaba su independencia.

El apóstol de Cuba como se conoce la figura de José Martí, murió como un héroe.

Un año después de su muerte, se publicaría en nuestro país un texto bajo el cuidado de Federico Henríquez y Carvajal “Álbum de un Héroe (A la memoria de José Martí)” contentivo de 81 trabajos de autores criollos honrando su memoria.

En uno de estos Galván escribiría: “Martí profesó sus ideas con fe, las difundió con talento y les ofrendó su vida con abnegado valor”

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