miércoles, 7 de enero de 2009

GIRANDO A LA IZQUIERDA


Los peledeistas que nos consideramos de izquierda no tenemos que avergonzarnos de que nos califiquen como tales. Al contrario, las desviaciones de derecha en que hemos incurrido han quedado derrotadas por la actual crisis del capitalismo mundial. Chantajeados por el pensamiento único neoliberal expresado en el Consenso de Washington, aceptamos reducir el papel del Estado en cuestiones estratégicas como la electricidad y la seguridad social, dándole amplia participación al sector privado. Hoy, 11 años después, es claro el fracaso del sector privado en el negocio energético: solo se ha enriquecido mientras no invierte en la renovación de sus plantas y no ha vuelto a aportar un kilovatio de energía después de la capitalización.

Me dirán que en manos del Estado la CDE fracasó y es cierto, solo que también en el sector privado hay fracasos, pero solo se resaltan los públicos. Ahí están los miles de millones que está pagando el contribuyente por los rescates bancarios para que no me vayan a argumentar que cuando el sector privado quiebra no afecta las finanzas de la nación. Si esos fondos se hubieran invertido en energía y en la seguridad social, fuéramos un país modelo en esas dos áreas y habríamos reducido la pobreza de manera significativa, lo que no hemos logrado según el último informe de la CEPAL. Y no hablemos de los billones de dólares invertidos por los Estados a favor del sector privado a propósito de la crisis financiera mundial. ¡Cuánto cinismo!

No planteo la vuelta al modelo populista-estatista ya superado por la vida, solo que tampoco podemos aferrarnos al que fue la respuesta: el neoliberal con su lastre de desigualdades sociales y su laissez faire puesto al desnudo con la crisis financiera y cuya más reciente expresión fraudulenta es la de Bernard Madoff que se ha llevado 50 mil millones de dólares…y todavía seguimos contando.

De lo que se trata es de establecer el justo equilibrio entre Estado y mercado en la definición de una estrategia de desarrollo nacional. El actual modelo luce agotado. Creciendo a más de 5% el PIB en los últimos 40 años, ha aumentado la desigualdad y la exclusión, educación y salud esperan por grandes inversiones de capitales y no hemos creado una cultura institucional en el Estado y, por tanto, en los ciudadanos.

Este modelo excluyente es defendido por economistas y políticos que cuando han estado al frente del Estado, simplemente han fracasado, por tanto, sus argumentos no pueden variar la tozudez de los hechos. Construyamos un nuevo modelo nacional de desarrollo con la participación del Estado y el sector privado como respuesta al fracaso del que tenemos. Constituyamos “una genuina alternativa de recambio al neoliberalismo” como aconseja Atilio Boron, hagámoslo desde una perspectiva progresista centrada en el Boschismo y digamos con Oscar Lafontaine: a los peledeistas el corazón también nos late a la izquierda.

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